La privacidad es una característica deseable en cualquier hogar, pero la arquitectura y su entorno no siempre pueden garantizarla. El uso de determinados productos y elementos —persianas, celosías, cristales tintados, etcétera— proporcionan un obstáculo discreto entre los huéspedes y las miradas indiscretas de vecinos y viandantes, en beneficio del confort y del bienestar de aquellos en espacios como el salón y el jardín.
Primeramente, Comprar Cortinas verticales opacas y persianas de cualidades similares es una decisión acertada cuando se pretende ganar en privacidad. Las lamas y tejidos de esta clase de artículos están pensadas para impedir la visión desde el exterior, al tiempo que regulan la luz natural y actúan como aislante térmico en los meses más crudos o tórridos del año. Igualmente, ofrecen una protección eficaz al mobiliario y otros objetos frente a la acción de la radiación solar y las humedades.
Otro aliado de la intimidad en salones, porches y jardines son las películas reflectantes, un producto fácil de implementar sobre el cristal de puertas y ventanas para dificultar la visibilidad desde el exterior. Para el vecindario, los cristales lucirán como un espejo, mientras que los propietarios seguirán gozando de una óptima visión de lo que sucede alrededor de su hogar.
Como alternativa, el uso de ventanas tintadas ofrece resultados similares y aunque pueden requerir una instalación más engorrosa, la disponibilidad de láminas tintadas suprime esta desventaja para quienes no desean complicarse tanto. No obstante, esta solución presenta otros aspectos negativos, como su impacto negativo sobre la iluminación interior, que se verá reducida. Esta consecuencia será bien recibida en verano, pero aumentará el gasto en calefacción durante los meses de otoño e invierno, al minimizar la energía calórica proveniente de las ventanas.
En entornos al aire libre, las enredaderas y celosías son beneficiosas para la intimidad, pues interponen una barrera física pero natural contra las miradas curiosas. Por ejemplo, la hiedra, la parra, la pasiflora o la dama de noche son especies perfectas para plantar en los extremos del jardín o el porche, pues crecerán de manera amplia y frondosa por la celosía tapando cualquier abertura.