La merluza, siempre congelada

Uno de los pescados más consumidos en España es la merluza. Hay muchísimas formas diferentes de prepararla y siempre sabe bien, desde cocida con un poco de aceite de oliva, limón y ajo hasta frita enharinada y empanada pasando por diferentes recetas al horno o incluso las siempre socorridas croquetas.

Pero uno de los problemas más serios de la merluza es el anisakis. Este parásito es muy frecuente en muchos pescados grandes, pero es prácticamente inseparable de la merluza. Es difícil encontrar merluza que no tenga anisakis en mayor o en menor media y por eso es más que recomendable congelarla durante varios días antes de su consumo.

Si en el hogar esto es importante, en la hostelería es obligado. Pero, además, tienen que asegurarse no solo de que con la congelación y la preparación el parásito deje de tener efectos negativos, también es importante que no se vea en absoluto. Es decir, que el pescado esté libre al cien por cien de esos pequeños gusanos.

Este es uno de los principales motivos por los que ha aumentado la venta de merluza congelada para hosteleria. Con la merluza congelada se tiene la total seguridad de estar adquiriendo un producto totalmente limpio de parásitos y muy seguro para el cliente. Por tanto, con todas las garantías y la mejor imagen.

Pero, además, la merluza congelada de una manera correcta y de buena calidad, no pierde sus propiedades una vez descongelada, ni tan siquiera su buen sabor. Por eso, es un pescado que agradece este tipo de procesados. Como además este pescado congelado no sufre las fluctuaciones en el precio del fresco, esto permite que los establecimientos puedan servir este plato en sus menús siempre al mismo precio e incluirlo en los menús del día sin tener que aumentar su valor.

Para asegurarse de que el pescado no pierde propiedades, no hay que mantenerlo congelado más tiempo de lo que indica su envase dependiendo del tipo de congelador que tengamos. Y es muy importante que se realice el proceso de descongelado correctamente, a poder ser de manera lenta y al frío. En las grandes cocinas existen áreas para poder descongelar alimentos en rejillas al frío, de manera que no quedan sumergidos en el agua según van perdiéndola y se mantienen escurridos, limpios y con muy poco riesgo de acabar teniendo algún tipo de germen.