Bilbao es una ciudad que merece la pena conocer. Y hay que empezar por aquí porque esta ciudad del norte sufre de una mala fama que es, desde hace ya casi cuarenta años, totalmente inmerecida. Aun se escucha decir a algunas personas que se trata de una ciudad industrial, gris y fea. Pero no es cierto. Quizás sí lo fue en el pasado, pero los mayores recuerdan perfectamente que en 1983, esta ciudad se inundó y quedó parcialmente cubierta en lodo. La destrucción fue muy grande, pero lo que parecía algo horrible sirvió para darle un cambio muy importante a la ciudad y convertirla en lo que es hoy en día, una ciudad moderna pero a la vez acogedora y muy bonita, por la que merece la pena pasear.
Y sí, hablamos de pasear porque lo primero que deberías de hacer es dejar el coche en uno de los parkings en Bilbao y recorrer la ciudad caminando. Porque esta es la única forma de empaparse de su ambiente y de disfrutar de cada una de sus calles. Por supuesto, es fundamental hacerlo por el casco viejo y por los márgenes del río hasta llegar al famoso Guggenheim. Para pasear por la zona nueva, que no tiene un interés especial más que por algunos puntos que se pueden desear conocer, como el estadio de fútbol, por ejemplo, se aconseja el transporte público.
La zona vieja de Bilbao es un lugar perfecto para salir al caer la tarde noche y tomarse unos pintxos acompañados del imprescindible txakoli, un vino blanco que es muy típico y que está realmente bueno acompañando estas comidas. La noche podrá alargarse tanto como se desee antes de volver al hotel a coger fuerzas para el segundo día.
Los pintxos están muy bien, pero no podemos irnos de Bilbao sin comer en alguno de sus restaurantes típicos. Esto puede hacerse en lo que es la ciudad propiamente dicha o en alguno de los pueblos de los alrededores. Es difícil comer mal en esta parte de España, pero siempre se puede llevar una reserva en algún restaurante famoso o en algún sitio que no sea tan conocido pero que tengamos referencias de su buena cocina. Se puede acabar el día realizando un paseo en barco por el río, algo muy típico de turistas pero, a fin de cuentas, será lo que seamos durante ese fin de semana.