Cada año se registran alrededor de quince mil desapariciones en España, una parte de las cuales corresponden a miembros de la tercera edad. Este público se desorienta con facilidad debido a enfermedades neurodegenerativas como la demencia, el párkinson o el alzhéimer. Para aumentar la seguridad de este colectivo tan vulnerable, el uso de las nuevas tecnologías resulta esencial. Por ejemplo, es posible saber gracias al reloj dúrcal como llegar hasta la posición exacta del usuario en caso de emergencia.
En el mercado de la teleasistencia, los relojes y pulseras se erigen como un poderoso aliado en la búsqueda y localización de personas desaparecidas. En concreto, los mayores de sesenta y cinco años —que son el público objetivo de estos dispositivos inteligentes— pueden abandonar el domicilio particular sin temor a quedar ilocalizables, pues estos productos están equipados con sistemas GPS que informan sobre su ubicación en tiempo real.
La versión más básica de estos dispositivos incorpora un pulsador de emergencia que permite al usuario pedir auxilio cuando lo desee. De este modo, proporcionan autonomía al adulto mayor. Su batería de larga duración impide que pueda agotarse de modo inesperado.
Las apps para móviles también acuden al «rescate» de las personas desaparecidas. Glympse, Family Locator, FamiSafe, Life360 y otras aplicaciones gratuitas aumentan la tranquilidad de los familiares del anciano, al hacer un seguimiento de sus desplazamientos, emitir recordatorios de citas y toma de medicamentos o monitorear sus constantes vitales. Están disponibles para los teléfonos móviles convencionales.
Tampoco está de más instalar aplicaciones oficiales, como AlertCops, un servicio único en la Unión Europea que establece una vía de contacto inmediata entre la ciudadanía y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
En definitiva, la seguridad y bienestar de la población mayor plantea desafíos que las tecnologías de vanguardia están contribuyendo a sobrellevar.